En este artículo, vemos mediciones, predicciones y límites de cuál podría ser la solución más eficaz para combatir la contaminación. Las energías renovables están entrando cada vez más en nuestra sociedad y generando nuevas inversiones gracias a su contribución a la mejora de la calidad del aire que respiramos.
El crecimiento de las ciudades españolas en las últimas décadas ha supuesto que ahora resida allí el 70% de la población. Este crecimiento ha venido acompañado desde la década de los noventa de un aumento considerable de las emisiones de CO2 en nuestro país. Como era de esperar, España ocupa actualmente el puesto 62 entre los países con el peor índice de contaminación del mundo, por delante de Irlanda, Portugal y Estados Unidos y Canadá. En esta misma clasificación, países como Rusia, Malta o Inglaterra registran niveles de contaminación superiores al nuestro.
Actualmente, la contaminación es un grave problema de salud pública que causa alrededor de 7 millones de muertes prematuras al año. También es la causa de múltiples enfermedades de larga duración y un coste sanitario de 3.600 millones de euros al año.
Propuestas de la Unión Europea
Una de las propuestas de la UE es reducir gradualmente las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes hasta lograr la descarbonización total en 2050. En este escenario, las energías renovables, y en particular la solar, juegan un papel muy importante.
El compromiso de Bruselas es reemplazar las energías sucias como el carbón y el gas por energías limpias que eliminen todas las emisiones contaminantes. Estas transformaciones no solo serían beneficiosas para la salud, sino también para la economía, ya que las energías renovables pueden conducir a una reducción de los costos de producción de energía de hasta un 85%, lo que se sumaría a los ahorros en costos de salud mencionados más altos.
Se trata de utilizar recursos propios, abundantes e inagotables para reducir el impacto del efecto invernadero y el cambio climático.
Paneles solares para luchar contra la contaminación
Una instalación solar de 100Kw puede evitar la emisión de más de 2000 toneladas de CO2 durante sus 25 años de vida útil.
Los resultados son alentadores. En los últimos años se ha producido una reducción del 3,3% en las emisiones de gases de efecto invernadero, reducción que coincide con un aumento del 42% durante el período 2005 a 2016 en el consumo de energías renovables.
En este incremento, la energía solar fotovoltaica está en primer plano, siendo la opción preferida de los ciudadanos que han realizado la transición a las energías renovables. Le sigue la energía eólica y finalmente la biomasa, cuya fuente es materia orgánica de diversos orígenes.
El incremento en el uso de energías renovables se debe, en gran medida, al desarrollo tecnológico, que ha permitido una notable caída de los precios en este sector y un aumento de las inversiones en energías limpias. Se espera que esta tendencia continúe en 2021.
¿Cómo mejora la energía fotovoltaica la calidad del aire que se respira?
La energía solar es una fuente de energía renovable en su máxima expresión.
Al utilizar una fuente de energía inagotable como el sol, los equipos fotovoltaicos evitan el uso de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas, que son los responsables de la mayoría de las emisiones de gases nocivos a la atmósfera. En otras palabras, la energía solar no mejora directamente la calidad del aire, sino que evita el uso de otro tipo de fuentes que lo hagan.
Podemos evitar el uso de materiales contaminantes reemplazándolos por paneles solares que nos proporcionarán la energía que necesitamos a un menor costo, a largo plazo, y mejorando no solo la calidad del aire, sino también nuestra calidad de vida.
Limitaciones actuales en la energía solar
A pesar de todos los avances realizados en los últimos años en el campo de las energías renovables, la realidad es que aún existen una serie de limitaciones tecnológicas, especialmente en lo que respecta a los métodos existentes de almacenamiento de energía.
Para explicar esto, tomemos como ejemplo la energía solar. No es posible tener luz solar las 24 horas del día, ni los 365 días del año, por lo que hay que recurrir a un sistema de baterías que acumule esta energía para los momentos en que los paneles solares no estén produciendo energía. El problema es que estas baterías aún no son aptas para almacenar grandes cantidades de energía, por lo que en algunos casos son insuficientes para cubrir todas las necesidades eléctricas.
Sin embargo, actualmente se continúa investigando para mejorar la capacidad de almacenamiento y la eficiencia de las baterías para que puedan almacenar más energía y el consumidor se vuelva más independiente de la energía.
Cambio Energético
La cruda realidad es que si la contaminación, el cambio climático y el agujero de ozono no se reducen significativamente, las consecuencias, dicen los expertos, son la posible inhabilidad de la Tierra para el 2050. Un futuro nefasto que podríamos evitar introduciendo energías renovables en nuestras vidas. El medio ambiente lo agradecerá y nuestros bolsillos a la larga también.
Si bien este tipo de energía promueve la mejora de los problemas ambientales, las energías renovables no son la única solución. Hay que empezar a cambiar los hábitos domésticos e individuales, evitar el uso de productos plásticos o aerosoles que emitan gases nocivos, así como concienciar sobre la necesidad de reciclar y utilizar el transporte privado con moderación.